La corona de guirnaldas en la Edad Antigua

(compilado de Stella Maris Grimoldi- Grupo Jacarandá)

El uso de la corona de guirnaldas proviene de la Antigua Roma y forma parte de las celebraciones de año nuevo. Era el regalo más común en estas festividades; se trataban de arreglos «siempre verdes» a los que llamaban Strenae, en homenaje a Strenia, diosa de la salud. La forma de anillo para los romanos significaba la esperanza de que todo el año reinara salud en el hogar. Su forma redonda se vincula con la esperanza de eternidad en el bienestar y los afectos. 

Algunos historiadores aseguran que, antes de que la corona fuera usada como un símbolo de los buenos deseos, tuvo varios significados más entre los romanos. Representaba autoridad y se usaba para festejar la victoria en las batallas, también era una forma de recordar que, no importaba cuan crudo fuera un invierno, la primavera estaba por llegar.

Otro dato, las coronas también se utilizaban para festejar buenas cosechas, sobre todo el festival Saturnalia, el más importante del año que se llevaba a cabo durante el solsticio de invierno, y donde se honraba a Saturno, dios de la siembre.

Aunque la corona en la puerta es influencia romana, los antiguos griegos también usaron guirnaldas para adorar a sus dioses y otorgar honores a sus ciudadanos. Las capas de hojas simbolizaban para ellos fuerza y también formaban coronas que otorgaban como premio a los atletas en honor a Apolo. Sin embargo, hay que reconocer que el Imperio Romano se extendió por toda Europa, dominando especialmente Alemania y Gran Bretaña. Con la llegada del cristianismo a Europa, el propósito de la corona también adoptó motivos religiosos y es lo que conocemos en la actualidad.

El Adviento, inicia el año litúrgico de la Iglesia, comenzó el domingo 27 de noviembre. El advenimiento abarca los cuatro domingos y días laborables previos a la celebración de la Navidad.

La corona en sí, que está hecha de varios árboles de hoja perenne, significa vida continua. El círculo de la corona, que no tiene principio ni fin, simboliza la eternidad, la inmortalidad del alma y la vida eterna que encontramos en la fe.

Incluso los árboles de hoja perenne individuales que componen la corona tienen sus propios significados. El laurel significa victoria sobre la persecución y el sufrimiento. El pino, el acebo y el tejo significan inmortalidad y el cedro significa fuerza y ​​curación. Las piñas que decoran la corona simbolizan la vida y la resurrección.